La Luna en Capricornio
En la Luna en Capricornio se manifiesta una marcada contradicción entre la cualidad lunar —asociada a la calidez y la protección— y la naturaleza capricorniana, fría, distante y exigente. Para esta Luna, el hecho de no mostrar necesidades afectivas y de sostener la soledad puede convertirse, paradójicamente, en una fuente de seguridad emocional.
En la infancia, esta posición puede ser dura: desde muy temprano, la persona aprende a aceptar un afecto escaso, no necesariamente por falta de amor, sino porque las circunstancias lo imponen. Tal vez los padres pasen gran parte del tiempo fuera de casa, obligándola a valerse por sí misma.
Al llegar a la adultez, desarrolla la necesidad de no necesitar nada. Se vuelve autosuficiente en todos los aspectos de su vida y enfoca su energía en alcanzar metas, trabajando con disciplina y esfuerzo. El reconocimiento por lo logrado se vuelve, muchas veces, más importante que el reconocimiento por quien es. Desde el inicio, el mecanismo central es la sobreadaptación: ajustarse en exceso a las circunstancias, evitar molestar y responder a expectativas ajenas, que suelen traducirse en demandas de responsabilidad y madurez, incluso en edades en las que debería predominar el juego.
Aunque estas cualidades son apreciadas socialmente, un exceso de obediencia y madurez puede ser incompatible con una niñez o adolescencia sanas. La sobreadaptación dificulta el contacto con el propio deseo; la atención queda enfocada en cumplir con lo esperado, dejando en segundo plano la exploración de su mundo interno. Así surge la autoexigencia, la crítica constante y, con el tiempo, el estrés.
El trabajo se convierte en un refugio y las emociones quedan resguardadas tras corazas. Le resulta difícil pedir ayuda, y la convicción de que puede manejar todo sola se afianza con los años. Esto se origina en la experiencia temprana de pedir y recibir un “no” como respuesta, asociada a una vivencia infantil de abandono. La autosuficiencia se transforma en su mejor máscara, y cuidar de los demás —sobre todo en lo material— pasa a ser su forma de demostrar afecto. Incluso cuando se atreve a expresar sus necesidades, la respuesta puede volver a ser negativa, reforzando la idea de que es mejor no pedir.
En cualquiera de sus expresiones, la Luna en Capricornio acarrea un alto grado de frustración. Su mayor vulnerabilidad es el profundo miedo al abandono; sin embargo, desde su fortaleza autosuficiente, concibe el amor más como el cumplimiento de expectativas, la estabilidad y la construcción de algo duradero, aunque sea en un terreno árido y sin sentimentalismos.
Su aprendizaje consiste en ir suavizando las defensas rígidas para abrirse a los vínculos desde una verdadera madurez emocional, entendiendo que la capacidad de estar sola no es un refugio para evitar a los demás, sino un talento que puede enriquecer sus relaciones.
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