La Luna en Acuario
En el fondo, teme a la intensidad emocional, aunque le resulte difícil reconocerlo. Le cuesta involucrarse afectivamente porque la angustia ante una posible pérdida es tan grande que no sabe cómo elaborarla. Así, se anticipa a ese dolor tomando una distancia que le permite sentirse libre, suelta y emocionalmente desapegada.
En la actualidad, se habla del desapego como una práctica saludable para aceptar la impermanencia de la vida. Sin embargo, para la Luna en Acuario el desapego es, antes que un talento, un mecanismo defensivo difícil de desarticular. La diferencia radica en el punto de origen: si responde a la huida del dolor y al miedo a la pérdida, es el lado infantil quien actúa; si, en cambio, surge de un recorrido consciente que comprende el fluir de la existencia, entonces se convierte en una virtud. En su mejor versión, este desapego establece una distancia óptima para mirar las cosas con mayor claridad y aceptar la realidad tal cual es.
De forma automática, cuando la intensidad emocional crece, su tolerancia afectiva disminuye y corta el vínculo abruptamente, como si se interrumpiera la corriente eléctrica. Si una relación se vuelve estable, puede sentirse atrapada y buscar liberarse. Para esta Luna, el afecto está ligado a la libertad, aunque en la práctica esto a menudo se traduzca en temor al compromiso. Mantener su independencia funciona como defensa frente al apego, lo que la lleva a sabotear sus propios vínculos: los interrumpe o los mantiene en un estado abierto para que nunca se consoliden del todo.
Su gran desafío consiste en reconocer y conectar con esa angustia originaria, ligada a la vivencia de una madre a la vez cercana y distante, para permitirse vínculos en los que haya apego sin que eso implique perder su libertad.
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