La persona
con la Luna en Tauro entra en contacto con la necesidad de seguridad que le
ofrecen las cosas materiales y el dinero para acceder a ellas, pero también
necesita estabilidad, para lo cual es condición que las cosas no cambien, sino
que en todo caso es deseable se arraigue profundamente en la tierra echando
profundas raíces que permitan resistir cualquier viento más o menos intenso de
cambio. La inercia y el estancamiento de esta Luna es la causa de su tendencia
a quedarse siempre en el mismo sitio, en la misma casa, en el mismo trabajo, en
la misma relación, haciendo una y otra vez las mismas cosas. Cuando el cambio
es ineludible se tomará todo el tiempo que el universo sea capaz ofrecerle para
rumiar, procesar y digerir la posibilidad de dar un paso en otra dirección con
alguna sensación de seguridad.
La persona
nacida con la Luna en Tauro es de procesos lentos, necesita tranquilidad, sobre
todo en los momentos de crisis, y la mayoría de las veces encuentra consuelo y
calma en el contacto físico con otros, no sólo porque es una fuente de placer
sensorial, sino porque el abrazo es un refugio al que necesita llegar y allí no
importan las palabras.
Cuando la
Luna en Tauro se siente insegura es natural que vaya de compras, y busque
autogratificarse para calmar la ansiedad. Puede elegir ir a la peluquería,
pautar una sesión de masajes, comer mucho o dormir largas siestas. Todas son
señales de que el mecanismo está activo en su máxima potencia. Un refugio
posible más sanador por su efecto calmante es buscar el contacto con la
naturaleza, caminar sobre la tierra, sentir la humedad del pasto bajo los pies,
arreglar el jardín o cuidar de una huerta.
La persona
con la Luna en Tauro busca la seguridad en la misma seguridad, por lo cual el
mecanismo se manifiesta como una fuerte resistencia al cambio, apegándose a
todo aquello que permita sostener la estabilidad lograda. Tiene muy baja
tolerancia a los imprevistos. Todos los cambios, aunque no sean radicales son
vivenciados como reales amenazas. Si las placas tectónicas se mueven entonces
habrá terremoto, el suelo será impreciso, y el mundo quedará distinto después
del sacudón. Y allí estará la Luna en Tauro resistiendo con su inflexible
terquedad, aferrada a todo lo que posee.
Esta
resistencia al cambio es una respuesta al miedo a perder lo que tiene, así es
que reacciona aferrándose y ejerciendo control sobre las situaciones para
sentirse segura. Los cambios implican ir al encuentro de algo nuevo, pero
desconocido. Es natural que sienta ansiedad frente a la incertidumbre, pero
para esta la Luna es difícil de gestionar la angustia que le provoca.
En el
fundamento del mecanismo el afecto ha quedado asociado al apego, a la
estabilidad y la seguridad, y esta es la causa de que tenga conductas posesivas
y celosas con las personas que ama, tratándolas como si fueran una extensión de
ella misma, por miedo a que un día cualquiera, el ser amado decida cambiar o
irse. Frente al apego, la inercia y la
resistencia al cambio, la Luna en Tauro tiene que aprender a soltar, a ser
flexible ante lo que la vida le propone espontáneamente y aceptar que las
circunstancias y las personas pueden cambiar, aunque se aferre a ellas, o
justamente a causa de que se aferre.
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